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Preocupación por la caída del superávit fiscal y la débil recuperación económica

En una entrevista realizada por La Gaceta, el economista Gabriel Fridrij se refirió al estado actual de la economía argentina, marcada por tensiones internas, desaceleración de la inflación y un contexto fiscal que genera preocupación.

Fridrij remarcó que, más allá de los factores internacionales, la atención está puesta en el frente local, donde el poder adquisitivo sigue siendo una de las principales preocupaciones. “La inflación bajó, pero el bolsillo de la gente sigue muy ajustado”, afirmó.

Al comparar los primeros cinco meses de 2025 con el mismo período de 2024 —año que calificó como “caótico”—, Fridrij señaló que, aunque hubo una baja de la inflación, también se produjo una caída significativa de la actividad económica. Algunos datos muestran señales dispares: las ventas en supermercados crecieron en términos interanuales, pero las cifras de la CAME —que agrupa a las pequeñas y medianas empresas— indican una baja en términos reales.

Uno de los puntos más sensibles, según el economista, es la evolución del superávit fiscal. “En los primeros cinco meses del año, los ingresos fiscales reales cayeron frente a 2024, mientras que el gasto creció. Eso hizo que el superávit se redujera aproximadamente un 30%”, explicó. Si bien aún se mantiene el equilibrio, alertó que “el modelo económico actual se basa en sostener ese superávit, y si la actividad no repunta, va a ser difícil mantenerlo”.

Respecto a los salarios, Fridrij indicó que muestran cierta mejora frente a 2024, pero aún están lejos de los niveles de 2023. También se refirió al rol del crédito como motor de reactivación, aunque advirtió que las altas tasas de interés dificultan tanto la inversión como el consumo. “Las tasas de descuento de valores están entre el 39% y 41%, y los préstamos personales rondan entre el 65% y el 78%, según el caso. Son tasas reales altas que complican el crecimiento”, detalló.

Fridrij explicó que el gobierno mantiene estas tasas para desalentar la dolarización y sostener el tipo de cambio, pero esa estrategia restringe la posibilidad de estimular la economía. Además, el segundo semestre se encuentra condicionado por la incertidumbre electoral y la atención del mercado sobre las reservas del Banco Central.

“La economía siempre implica decisiones con costos. Nada es gratis. Si controlo la inflación, eso tiene consecuencias sobre la actividad. Si mantengo el superávit, pero caen los ingresos, también se generan tensiones”, resumió.

Finalmente, el economista advirtió que “el superávit fiscal es una condición necesaria, pero no suficiente” para ordenar la macroeconomía. A su juicio, es necesario avanzar en políticas más profundas que permitan sostener un crecimiento real y duradero. “Hay que pensar en el mediano y largo plazo”, concluyó.

Gabriel Fridrij
Director Authentica Consulting